Observamos que el mundo se encuentra atravesando una crisis multidimensional sin precedentes. La pandemia del Covid-19 no hizo más que acelerar y profundizar las transformaciones en el sistema productivo mundial, y por ende en todos los ámbitos de la vida.
Estos cambios son producto de la llamada cuarta revolución industrial o revolución tecnológica, consecuencia de la inversión de millones de dólares en el desarrollo de Inteligencia Artificial, Big Data, Internet de las Cosas, robótica, 5G, bio y nano tecnología, entre otras. En función de estos avances tecnológicos, creemos necesario analizar la correspondiente relación que se establece entre la formación y el trabajo.
Los avances en el desarrollo de las fuerzas productivas, producto del desarrollo de la tecnología de punta, genera una serie de transformaciones en el mundo laboral y en las relaciones sociales que de él se desprenden.
Según el artículo titulado “The future of jobs report” del año 2018 elaborado por el World Economic Forum (WEF), en los próximos cuatro años la automatización desaparecerá 75 millones de empleos, más del doble si lo comparamos con la crisis del 2008 en donde desaparecieron 30 millones de empleos. Pero el mismo estudio prevé que producto de los desarrollos tecnológicos se crearán 133 millones de empleos nuevos, en donde la presencia humana será determinante, realizando aquello que no podrán hacer las máquinas. Este tipo de trabajo requerirá de un mayor grado de formación y especialización, y será altamente remunerado para el grupo de trabajadores que pueda acceder a los mismos.
¿Qué tipo de formación requieren los y las trabajadoras hoy?
Hoy producto de la cuarta revolución industrial se producen transformaciones en las fuerzas productivas y por lo tanto transformaciones en el mundo del trabajo, donde las instituciones formales de educación dejan de tener un rol preponderante a la hora de formar a los y las nuevas trabajadoras/os, y surgen las empresas tecnológicas como quienes cumplen esa función, por lo que los y las trabajadoras para insertarse en el mercado laboral comienzan a requerir otras habilidades y competencias que no son las tradicionales, sino que son las denominadas habilidades blandas.
En estos días, Thomas L. Friedman, uno de los dueños del periódico estadounidense The New York Times, entrevistó para su columna de opinión a Ravi Kumar, presidente de la empresa india de servicios tecnológicos Infosys, cuya sede se encuentra en Bangalore. Kumar planteó que "la vida media de las habilidades se está reduciendo constantemente”, lo que implica que las habilidades en las que nos estamos formando constantemente cada vez se convierten en obsoletas en menor tiempo.
Kumar cuenta que su empresa, Infosys, líder mundial en consultoría y servicios digitales: “está construyendo un campus de 100 acres en Indianápolis diseñado para brindar a sus empleados y clientes no un ‘aprendizaje por si acaso’ -material que usted podría o no necesitar- sino ‘aprendizaje justo a tiempo’, que ofrece las habilidades precisas necesarias para la última tarea”. La cual se suma a distintos tipos de iniciativas de estas características, que consiste en la creación de las llamadas universidades corporativas, como las desarrolladas por la International Business Machines Corporation (IBM) o American Telephone and Telegraph (AT&T).
Kumar agrega en relación a las competencias de los y las trabajadoras que “si sabe cosas y puede demostrar que las sabe y se ha estado mejorando con la capacitación en línea para realizar la tarea que necesitamos, está contratado. Creemos que este cambio estructural, de títulos a habilidades, podría salvar la brecha digital”.
Por su parte, el estudio del WEF, luego de haber estudiado las habilidades que exigen en más de 900 trabajos, establece un top 3 de habilidades humanas que difícilmente podrán ser reemplazadas en los próximos años y que pueden desarrollarse, entrenarse y favorecerse con la educación, las cuales son: creatividad, resolución de problemas y pensamiento crítico.
El sistema educativo tradicional, tal cual se exportó de Prusia, en un contexto de fase económica productiva de capitalismo industrial, que buscaba formar a los y las trabajadoras en habilidades repetitivas, especializadas, de manejo y administración de información, y para cumplir órdenes, bajo un esquema de competición educativa y tecnocrático, está en crisis y en proceso de desaparecer. Hoy se torna necesario un sistema educativo que pueda adaptarse a los requerimientos del mundo laboral y que pueda formar a los y las trabajadoras en las nuevas habilidades para el trabajo del futuro, llamadas como dijimos anteriormente, habilidades blandas.
¿En manos de quién? ¿Y Para qué mundo?
El desafío que enfrenta la educación y formación laboral, en relación a las grandes y convulsionadas transformaciones que se producen en el mundo del trabajo, debido al desarrollo de las fuerzas productivas, está asociada a cómo ésta, puede contribuir a formar recursos humanos que puedan comprender estos cambios, para insertarse en un determinado modo de producción, y planificar de forma tal, que lo que se ubique en el centro de ese sistema económico y productivo sea el ser humano. Y de esta forma, lograr una división del trabajo y una distribución de las riquezas, saludable, que permita el buen vivir de la sociedad en su conjunto y diversidad.
El primer paso para ello implica comenzar a discutir, debatir y poner en agenda la temática en el conjunto amplio de la sociedad y no que solo se debata entre unos pocos especialistas y las grandes corporaciones económicas que llevan la iniciativa.
Los y las trabajadoras, en conjunto a los distintos actores de la sociedad política y civil, deben ser capaces de construir y planificar, un ecosistema híbrido, flexible y adaptativo, para la formación en estas competencias, desde un punto de vista democrático, participativo, cooperativo y contextualizado localmente, que tenga por principio general el bien común y el buen vivir de la sociedad, donde la sustentabilidad con el medio ambiente y la prioridad en el ser humano por sobre la ganancia económica, serán factores centrales y determinantes.
En este proceso se requerirá un esfuerzo y solidaridad mayor para con los sectores de la sociedad, que quedan en una posición de vulnerabilidad ante las vertiginosas transformaciones que estamos viviendo.
Por el Observatorio Internacional del Trabajo y el Futuro.
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