Francia atraviesa nuevamente un período de reformas neoliberales, en esta oportunidad, el presidente Emmanuel Macron busca por todos los medios imponer su Reforma Previsional, pero se encuentra con la resistencia de los sectores populares que copan las calles del país europeo para evitarla.
Desde la revolución francesa, pasando por la revolución de 1848, la Comuna de París de 1871 que instauró el primer gobierno obrero en la historia del capitalismo, hasta el Mayo francés del `68, el pueblo trabajador de Francia siempre ha sido protagonista de grandes transformaciones sociales, culturales y políticas que se han irradiado por todo el mundo. Reyes, Emperadores y hasta Presidentes han tenido que “abdicar” frente al poder de la clase trabajadora organizada en las calles parisinas.
La situación que hoy se observa en la segunda economía más grande de Europa, debe servir para elevar los grados de organización y conciencia; visibilizar la enorme e histórica desigualdad social que se vive producto del aumento de la explotación y la pauperización de la clase trabajadora.
La madre de todas las reformas
Emmanuel Macron, globalista, ex empleado de la banca Rothschild y graduado de la Escuela Nacional de Administración de Francia (ENA), reconocida por ser formadora de la élite política del país, fue protagonista de distintas reformas en el Gobierno Francés durante su trayectoria política, siendo asesor y Ministro de Economía del presidente socialista François Hollande. Posteriormente se distanció del Partido Socialista francés y decidió constituir una propuesta política de corte neoliberal que le dió la victoria presidencial en el 2017. Tras su triunfo electoral, Macron anunció que llevaría adelante una reforma previsional, denominada como “la madre de todas las reformas”.
Desde sus orígenes en 1673, con el establecimiento de un régimen jubilatorio para los marineros por parte de Colbert, el sistema de pensiones francés ha ido sufriendo distintas modificaciones, consolidándose en 1945 un sistema de pensiones de reparto, sentando con ello las bases de la seguridad social.
Actualmente, el sistema funciona con tres niveles, a saber régimen de base, en donde el principal es el régimen general para asalariados del sector privado y agentes no titulares de la función pública (CNAV), al que se encuentran afiliadas el 68% de las personas activas; el régimen complementario, que cuenta con 42 especificidades; y el régimen integrado que cubren de manera conjunta los dos primeros niveles.
Dentro del régimen complementario, se encuentran los trabajadores del servicio de cloacas, los trabajadores de la empresa pública de metro y autobuses de la región parisina (RATP), los de la empresa de trenes (SNCF), los de la electricidad (EDF), los empleados de las industrias energéticas, la Ópera de París, la Comedia Francesa, los notarios, el Banco de Francia, los marinos, entre otros, que acceden a jubilarse antes o con mejores condiciones que el resto, producto de las especificidades y de sus labores, relacionadas al riesgo y la salud laboral.
Desde la modificación del año 2010 la edad jubilatoria en francia pasó de 60 a 62 años y para acceder a una pensión completa se requieren de 43 años de aportes, siendo el promedio de pensión de unos 1.489,08 dólares brutos, y calculando dicho monto sobre una media del salario de los últimos 25 mejores años. En el caso de los funcionarios (en el país galo se refieren a los trabajadores que dependen del gobierno), ese cálculo se hace a partir de los últimos trimestres cotizados, por ejemplo en el caso de los maestros, se calcula sobre la base de los últimos seis meses.
Macron busca reformar el sistema previsional y reemplazarlo por una única caja y un sistema de puntos que acabaría con los regímenes especiales. En dicha reforma se establecería una jubilación mínima de 1.000 euros, y para el salario de referencia final se tomarían en cuenta los puntos acumulados durante toda la historia laboral. Además se establece la prolongación de la edad jubilatoria de 62 a 64 años.
El principal argumento del ejecutivo francés para realizar la reforma, es el pronóstico del desfasaje entre ingresos y gastos. Al ser el promedio de vida de las personas en Francia de 82 años, para el 2030 se prevé un déficit de 13.500 millones, que con la reforma se solucionaría dando un superávit de 4.200 millones que se destinarían a completar las pensiones de quienes comienzan a trabajar antes de los 20 años de edad o se jubilen antes de los 64 años por problemas médicos.
La madre de todas las batallas
Las manifestaciones iniciadas en 2019, que lograron frenar la reforma previsional, fueron convocadas por los sindicatos de la Confederación General del Trabajo de Francia (CGT), FO, Fédération Syndicale Unitaire (FSU), Solidaires, UNL y UNEF; acompañadas además por organizaciones como el Partido Comunista Francés y Les Republicains; y la participación y adhesión a la huelga de sectores docentes, trabajadores de salud, bomberos, estudiantes, y el movimiento social “chalecos amarillos” que cumplía un año desde su aparición en noviembre de 2018.
Frédéric Souillot, jefe del sindicato Force Ouvrière (FO), declaró que "Si Emmanuel Macron quiere llevar a cabo la madre de todas las reformas, para nosotros será la madre de todas las batallas". Las intenciones neoliberales del Presidente francés se vieron truncadas en diciembre de 2019 y principios del 2020, por la masiva movilización del movimiento obrero organizado, convocado principalmente por los sectores más perjudicados con el nuevo sistema de reformas.
A inicios del 2023, el ejecutivo de Francia redobla sus apuestas y arremete nuevamente, a pesar de que el 68% de los franceses se opone, según un sondeo de la consultora Ifop-Fiducial. Las huelgas del 19 y del 31 de enero de este año mostraron una fuerte cohesión y acatamiento para manifestarse en contra de la reforma previsional, y según la CGT de Francia el 31 de enero se movilizaron en el país más de 2,8 millones de personas, en más de 250 concentraciones realizadas en distintas ciudades, mientras que el Ministro del Interior cifró en 1,272 millones de participantes en la misma.
Desoyendo a las mayorías populares, el ejecutivo comenzó a tratar en la Asamblea Nacional el proyecto de reforma de financiamiento de la seguridad social, evitando grandes debates y pretendiendo hacer uso del artículo 49.3 de la Constitución, que habilitaría al Gobierno a suspender el debate parlamentario y considerar la reforma aprobada a menos que se presente una moción de censura en su contra dentro de las 24 horas.
El consenso para dicha reforma tampoco está garantizado en el ente parlamento, ya que luego de las elecciones legislativas del 2022 Macron perdió la mayoría absoluta, y los partidos opositores se posicionaron abiertamente en contra de dicha reforma. Las 577 bancas de la Asamblea Nacional quedaron repartidas con una mayoría simple de 234 diputados para el partido de Emmanuel Macron; la izquierda liderando la oposición y aglutinada bajo la figura de Jean-Luc Mélenchon con 141 diputados; en tercer lugar la Agrupación Nacional de la ultraderechista Marine Le Pen, con 85 diputados; y en cuarto lugar la derecha tradicional, Los Republicanos, con 75 escaños.
Jean-Luc Mélenchon, líder del LFI, consideró que la extensión de la edad mínima para la jubilación representa "una grave regresión social". Por su parte, la ultraconservadora Marine Le Pen, candidata presidencial en 2012, 2017 y 2022, la tildó de "injusta" y aseguró que intentará bloquearla.
Con una imagen pública en alza y habiendo obtenido 33,9% en las elecciones de 2017 y haber llegado a segunda vuelta en 2022, cabe recordar que la actual diputada de la Asamblea Nacional, Marine Le Pen, es hija del fundador del Frente Nacional francés, partido político reconocido por sus posturas públicas antisemitas y racistas. En los últimos años, Marine ha querido suavizar su imágen a través de distintas acciones y declaraciones públicas, sin modificar su programa político respecto al control de la inmigración, el endurecimiento de los dispositivos de seguridad y la primacía francesa. Todas estas últimas políticas, no son patrimonio exclusivo de Le Pen, sino que son características principales de la fuerza social neoconservadora que suma adeptos en todo el mundo y cuyos mayores referentes podemos encontrarlos en el trumpismo, en el bolsonarismo, y en el macrismo, entre otros.
Fondo Monetario Internacional VS los intereses de las clases trabajadoras
En los últimos años, la sexta economía del mundo, ha estado atravesada por una crisis económica, institucional, energética y política. Durante la pandemia del Covid-19 el PBI francés registró una caída de casi el 8% en 2020, y a pesar de que durante el 2021 registró un rápido crecimiento del 7%, luego de la crisis por la guerra de Ucrania, el país europeo cerró el 2022 con una inflación cercana al 6% y con la tasa de riesgo de pobreza más alta de los últimos 20 años, un 14,4% que afecta a más de 9 millones de personas.
Según datos del Banco Mundial, Francia contaba con un PBI de 2,96 billones en el 2021, una tasa de desempleo del 8,1%, y una esperanza de vida situada en los 82 años. Posee una deuda pública en 2.821.899 millones de euros en 2021, representando el 112,8% del PIB, por lo que está entre los países con más deuda respecto al PBI en el mundo.
Como es bien sabido, el compromiso de deuda con el FMI que posee un Estado Nación, condiciona el programa político y económico que dichos países tienen que llevar adelante, tal es así en el caso de Francia y la influencia del FMI en la propuesta de reforma previsional.
El mismo día de las manifestaciones que dejaron por saldo al menos 18 detenidos y que movilizaron más de 11.000 efectivos policiales en todo el país, marcando una vez más, la política represiva que implica impulsar medidas que no favorecen a la mayoría de la población, el FMI expresó su apoyo a la reforma, que junto a la aprobada sobre el seguro por desempleo, permitiría que Francia reduzca su deuda pública.
Mientras el pueblo francés no encuentra soluciones a sus demandas y reclamos, la revista Forbes informó que durante el 2022 la riqueza total de los 43 multimillonarios de la nación aumentó un 7%, alcanzando los más de 550 mil millones de dólares.
La calle como escenario principal de los últimos trescientos cincuenta años
Claramente, los intereses del pueblo trabajador no están representados por el gobierno de Emmanuel Macron, ni estarán incluidos en la propuesta del ultranacionalismo francés que encarna Marine Le Pen, y mucho menos estarán incluídos en las recetas impulsadas por el Fondo Monetario Internacional. En el país vasco parecen vislumbrarse algunos escenarios posibles de salida a este conflicto.
El escenario de la votación en la Asamblea Nacional tiende a ser con votación negativa debido a que los impulsores del proyecto no cuentan con mayoría absoluta, y los más de 340 parlamentarios que no conduce el ejecutivo francés pertenecen a partidos opositores que se expresaron en contra de un proyecto que acumula más de 7.000 enmiendas.
El escenario de llevar adelante la Reforma Previsional por decreto, basándose en el artículo 49.3 de la Constitución y la suspensión del debate parlamentario, generaría un amplio descontento popular y un clima generalizado de violencia y represión al pueblo, que ampliamente salió desde comienzo de año a manifestarse en las calles en contra de la misma.
Si el pueblo francés pretende dar vuelta esta situación de injusticias y desigualdades, tendrá que revisar en su larga historia de lucha aquellos aprendizajes que dejaron tanta sangre derramada. De 1789 y 1848 habrá que recordar que la institucionalización de la lucha es el orden y el consenso que siempre pretende imponer la aristocracia financiera. De 1871 retomar que un gobierno obrero no sólo es posible, sino que es urgente y necesario. Se torna necesario elevar la discusión de la reforma previsional a la puesta en agenda de un programa político que responda a los intereses y demandas de las clases populares.
Además, en la actual fase digital del capitalismo, el uso de las herramientas y plataformas digitales, que moldean las nuevas formas de convocatoria, creación y difusión de consignas populares, como fue el ejemplo del movimiento “chalecos amarillos”; sumados a las tradicionales formas de organización que lograron poner freno a la reforma previsional en 2019/2020, resultan muy importantes para organizarse y resistir los embates neoliberales.
Lo que la historia nos deja como aprendizaje, es que la calle es el territorio del poder y que solo las y los trabajadores organizados pueden garantizar la realización de sus intereses y de su dignidad.
Por el Observatorio Internacional del Trabajo y el Futuro
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